Bolsas personalizadas: recuerda…
¿Qué recordamos con más facilidad, aquello de lo que pretendemos acordarnos o lo que nos sorprende? Aun a riesgo de contradecir sesudos estudios psicológicos, la experiencia nos dicta que lo que nos sorprende, así como lo que se descubre, se queda con mayor facilidad en la memoria.
Tras una introducción que, a primera vista, no tiene que ver con el tema que vamos a tratar, pasamos a hablar de la publicidad: ¿cuál es el objetivo de la publicidad? Creo que estaremos todos de acuerdo en que la idea de la publicidad es vender, en la más amplia de las acepciones, si queremos, pero vender.
Ahora, bien, y aquí enlazamos el primero y el segundo de los párrafos: en un mundo en el que estamos completamente saturados de mensajes, en un altísimo porcentaje publicitarios, ¿cómo hacemos que nuestra publicidad funcione? ¿Cómo hacemos que el mensaje llegue al receptor y, claro, que este lo distinga, preste atención, recuerde y, llegado el caso, actúe como a nosotros nos interesa que lo haga? Eso es: sorprendiéndolo.
¿Qué es una sorpresa?
Antes de seguir adelante, hay que decir que el lenguaje puede jugarnos una mala pasada, de modo que antes de que sea así, maticemos algún detalle: por sorprender no nos limitamos a provocar un “oooh” en el receptor del mensaje, sino que más bien vamos a “romper sus estructuras”. Explicamos el matiz:
Para que nuestro mundo funcione y no tengamos que estar constantemente realizando el esfuerzo de aprender cosas, nuestra mente forma una especie de estructura de los patrones más habituales que se repiten en nuestro mundo. Al percibir algo, lo encajamos, de manera automática en esas estructuras ¿Un ejemplo? Allá va:
De bolsas y estructuras
Dentro de la estructura “para transportar cosas poco pesadas se usa” caben las realidades “manos”, “bolsa”, “carrito”… de este modo, no tendremos que aprender una y otra vez, y sorprendernos cada una de ellas, que una mochila también sirve para llevar cosas poco pesadas.
Sin embargo, sí que nos rompe la estructura que alguien utilice un tráiler de cuatro ejes para llevar un kilo de naranjas a lo largo de cien metros, puesto que el vehículo cabría en la estructura “para transportar cosas muy pesadas se usa”. La sorpresa es, desde este punto de vista, la ruptura de estructuras establecidas.
La publicidad efectiva es la que sorprende
Bien: después de esa clase de psicología, de puro barata, gratuita, volvemos a hablar de publicidad. Decíamos que uno de los requisitos para que la publicidad sea efectiva es que se perciba y funcione es que se distinga del resto de los mensajes, para lo cual tiene que sorprender.
Ahora bien, ¿cómo sorprendemos? ¿Cómo rompemos unas estructuras mentales cada vez más difíciles de romper, habida cuenta de que son cada vez más flexibles, adaptadas a un mundo que se empeña en dislocarlas tantas veces que casi las ha inmunizado?
Mecanismos de ruptura
Existe una buena cantidad de mecanismos, algunos más efectivos que otros, de modo que vamos a elegir uno que esté a nuestro alcance y que, a su vez, se haya probado eficiente. Bueno: en realidad, vamos a combinar dos: la “ubicación errónea” del mensaje el “cambio de uso” de un objeto cotidiano.
Vamos a jugar con la percepción y las estructuras usando una bolsa. Eso sí, va a ser una bolsa personalizada. La idea no es nueva: se trata de insertar el mensaje publicitario en una bolsa, de modo que el cliente se convierta a su vez en anunciante. Tenemos un anuncio donde “no debería estar” y hemos convertido a la bolsa en soporte publicitario, a la vez que al cliente en “hombre anuncio”.
La parte práctica
El mecanismo y los resultados son algo más complejos, pero nos vas permitir que lo resumamos así y lo dejemos en lo dicho hasta ahora, para no complicar este escrito más de lo necesario. Y es que aún nos queda una parte. Eso sí, la más sencilla: el diseño y la ejecución del anuncio o de la campaña.
En cuanto al diseño, si no queremos dejaros asesorar por expertos, además de todo lo dicho hasta ahora hemos de tener en cuenta, sobre todo dos factores: visibilidad y legibilidad. Comenzamos por el segundo:
Un mensaje claro y llamativo
La legibilidad se refiere a que el cliente potencial ha de poder identificar la marca y el mensaje en un objeto, como es una bolsa, de proporciones limitadas y que además verá, probablemente, en movimiento. El diseño ha de ser, por lo tanto, tan sencillo como pueda ser. No vamos a entrar en detalle en este aspecto, pues nos perderíamos en aspectos como logos, tipografías, colores e identidad de marca, cuestiones todas ellas que nos darían para escribir un libro.
En cuanto a la visibilidad, de nuevo nos remitimos al concepto de sorpresa y de nuevo hemos de hablar de colores, así como de tamaños e incluso de formas y dibujos. En cuanto a este concepto, así como al anterior, la efectividad se puede alcanzar por tres vías: leyendo y estudiando sobre diseño gráfico, recurriendo a los servicios de un profesional o usando el método de ensayo y error.
Francamente, recomendaríamos una de las dos primeras. El éxito a través de la tercera vía no es imposible, pero sí sorprendente.